Los conflictos no resueltos entre hermanos empeoran a medida que crecen, ya que ser el hijo favorito de alguien se extiende hasta la vida adulta. Las heridas emocionales y los problemas que rodean las relaciones a menudo duran toda la vida.
El grado de favoritismo dentro de las familias puede variar y generalmente depende del orden de nacimiento, la similitud en los tipos de personalidad o el género. Por lo general, los padres se centran más en su hijo primogénito, pero muchos factores pueden cambiar esta preferencia.
El favoritismo también es un tipo de abuso emocional, aunque no siempre se conoce como tal. Esto puede causar graves daños psicológicos al niño desfavorecido, afectando su autoestima y su capacidad para vivir la vida de forma saludable.
Las madres pueden favorecer a un niño que comparte sus intereses o vínculos emocionales o porque creen que el hermano necesita más atención.